El Terremoto de Haití. Pt 2

Lo que en verdad sucedió....

Ayer recordaba en este espacio lo que sucedió en Haití el 12 de Enero del año 2010. La entrada, por si no se dieron una vuelta ayer, se llamó "El Terremoto de Haití. Pt 1". En él, contaba lo que se vivió en el país caribeño durante el terremoto más fuerte que han tenido en su vida. Nunca antes había ocurrido algo así, y precisamente por eso la gente no sabía qué hacer ante tal situación.

En un principio, quise poner lo que a continuación describiré en la en
trada pasada, pero mejor quise jugar con el espacio y decidí hacer la segunda parte. En esta, no hablaré de lo que pasó, una porque no quiero ser repetitivo y dos porque ahora contaré, en voz de un periodista que sí estuvo en el lugar de los hechos, lo que de verdad ocurrió allá en el país vecino a República Dominicana.

Todo esto se remota a la clase que tuve de "Teorías Contemporáneas del Periodismo", impartida por una gran profesora: María Scherer Ibarra. Ella no
s prometió llevar a periodistas activos para que nos contaran experiencias y nosotros preguntáramos lo que fuera. Ellos iban con la intensión de contestar cualquier tipo de dudas.

Uno de los periodistas que asistió a la clase fue Pablo
Ordaz, corresponsal del periódico español El País aquí en México. Si tienen oportunidad de seguir sus notas en el rotativo español, ya sea en su versión online o impresa, háganlo; son notas excelente que valen la pena leer.

Él nos contó cómo es la vida de un periodista y de qué
es lo que se hace normalmente. La plática se extendió y salió el tema de Haití y el terremoto. Lo primero que nos dijo fue que todo era una mentira, sí, así como lo están leyendo. Que todo lo que se veía en la TV era falso, que todo lo que nos mostraban de ayuda jamás llegó y que era una vil estrategia para que se diera cuenta el mundo que lo que donó, sí llegó a los destinatarios finales: los haitianos perjudicados.

Pablo nos contaba que cuando llegó a Haití, mandado por la redacción de su periódico, la ayuda internacional apenas comenzaba a llegar. Poco a poco se fue llenando el aeropuerto de Puerto Príncipe con aviones de diferentes partes del mundo co
n comida, cobijas, utensilios de primera necesidad, ropa, etc. Donde pudieron fueron acomodándose los aviones y comenzaron a sacar las cosas.

Los primero reporteros que llegaron ahí, tenían que ir a hacer rondas para buscar las notas y mandarlas a sus respectivas redacciones. Ordaz nos contaba que
él y otros dos periodistas, de cadenas internacionales, rentaban motos de gente haitiana para poder hacer los recorridos en la cuidad, o bueno, lo que quedó de ella.

No mencionaba cómo era la situación en ese país. La gente
estaba literalmente en la calle, se veían muertos en las avenidas, los pobladores sufrían porque no tenían nada y porque no sabían que hacer: todo estaba destruido. Contaba que el olor no era muy agradable debido a que los cuerpos poco a poco se iban descomponiendo, el calor hacía un juego clave en ello. Pero eso sí, la demás gente, podría no tener nada en esos momentos, pero siempre portaba un aspecto impecable; dijo.

A su regreso al aeropuerto, comentaba que ya había más gente en su interior. Todo lleno de enviados especiales de diferentes cadenas del mundo para cubrir la catástrofe que azotaba a la nación caribeña. Al día siguiente, él salía con la intención de ver más, de conocer más y de sacar más historias para el diario. Lo que le parecía muy curioso ver, era que la ayuda internacional siempre se quedó en el aeropuerto, jamás vio lo que en la televisión pasaban: gente de la ONU o de otras organizaciones entregando comida, cobijas, latas, ropa y demás víveres indispensables.

Otro de los puntos que le parecía increíble, era que los reporteros que llegaban a la isla, parecía que iban de vacaciones o que iban a encontrar un destino turístico con todos los lujos y comodidades. Claro, ellos eran los que jamás salían del aeropuerto y sólo se quedaban a dar los reportes desde ahí dentro. Obviamente, junto con los víveres y demás productos que se necesitaban para la comunidad haitiana.

Lo que más me llamó la atención, fue como las autoridades de la ONU, UNICEF y demás asociaciones que están encargadas precisamente de ir a ver qué p
asa con las comunidades, no hiciera algo para tratar de que todo eso que llegó de ayuda internacional se repartiera entre toda la población. Está bien, a lo mejor no era suficiente para todos, pero el hecho de ver a un grupo de haitianos exigiendo que se les entregara la ayuda que había llegado, no quiere decir que los demás iban a hacer lo mismo. El punto ahí era que no querían salir del lugar por miedo a que se les aventaran los haitianos por lo que fuera.

Pablo Ordaz nos comentó que todo lo que pasara dos kilómetros después del aeropuerto era noticia, no del diario porque no vas a mandar una nota repetida. Pero los que se aventuraron a salir de ahí encontraban cosas muy interesantes para contarlas
en las historias, pero que a la vez eran muy fuertes moralmente hablando. Sobre todo por la situación que se vivió en esos momentos.

Y hablando de lo momentos, él contó 3 que fuero claves y que seguirán siendo parte de su vida:

Primero, él contaba que cuando trataban de dormir en una alberca de un Hotel en Puerto Príncipe, comenzaron a escuchar ruidos. Cuando todo era obscuro en la capital haitiana, ellos decidieron dormir después de un día muy pesado. Así llegó un punto de la noche en donde los gritos y cantos los despertaron. ¿De dónde provenían? Pues venían de la barda que estaba a un costado de ellos. Contaba que era un grupo de mujeres que estaban rezando en forma de canto, para que el divino les ayudara a salir de esa terrible situación.

Lo segundo que lo marcó mucho, fue cuando la prensa cubrió un acontecimiento que cada que se podía era la nota. El rescate de personas de entre los escombros siempre se celebró. A él le tocó presenciar uno. Decía que encontraron a una muchacha que
estaba bajo las ruinas de su casa y estaba agarrada de su madre. La mamá, por obvias razones ya había muerto. Ella, sin importante lo que pasara, la tenía agarrada. Comenzó el rescate y por fin la lograron sacar. Todo indicaba que la iban a atender en alguno de los hospitales improvisados; pero no contaba con lo que después vería.

La misma chica que rescataron, fue llevada a una carpa "a recibir atención médica". Pero lo que él encontró, un par o tres días después, fue a la misma mujer, con la misma ropa del día del rescate, con el mismo olor a putrefacción, sin bañar y sin suer
o alguno. Estaba muriendo lento en el piso sin que nadie le atendiera. Y todo porque el equipo médico que era básico en esos momentos seguía estancado en el aeropuerto. El miedo de salir a entregar la ayuda seguía ahí.

Y la tercera, era que él pasó por muchos campamentos improvisados, ya sean de asistencia médica o que servían como unidades habitacionales. Como todo era de improviso, no tenían los instrumentos suficientes como para atender a todos los heridos que llegaban. Por ende, tampoco se contaba con gazas, anestesias, vendas, antibióticos y demás instrumentos previamente esterilizados.

Lo que contó fue rápido, breve y muy preciso: vio como le amputaban la pierna a un niño sin anestesia alguna. Así, a la antigua. Todo porque no se sacaron las medicinas para curación del aeropuerto.

Esa era la realidad haitiana. Era una realidad que la ONU y UNICEF trataba de disfrazar con boletines de prensa diciendo que ya estaban entregando los víveres y demás productos de primera necesidad.

La clase concluyó con un "...y les aseguro que la mayoría de lo que mandó la comunidad internacional sigue ahí, en el aeropuerto esperando a que sea repartida a los haitianos que tanto la necesitan." (Ordaz, 2010).

Yo, al menos, me quedé congelado con todo lo que nos contó. Ustedes ¿Qué opinan?

Erick Morales Paniagua.

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